miércoles, 14 de diciembre de 2011

Patrimonio del norte cordobés (1ra. parte)

A este artículo lo hemos dividido en tres partes:

1) Generalidades. Los aborígenes
2) El Camino Real
3) Recorramos el Camino Real.

"Donde no se conserva la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande
o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original ni una idea
dominadora". Menéndez y Pelayo.

1) Generalidades
Debemos  defender el Patrimonio Cultural del Norte Cordobés.
Siendo así, este Norte nuestro frente a los imperialismos culturales extranjeros, con legítima altivez puede y debe hacer suyo aquellos versos de Rubén Darío y decirles: "Tened cuidado: vive la América Española... y pues contáis con todo, falta una cosa: Dios".

     Debemos buscar nuestra identidad en el pasado. Los sanavirones habitaron las márgenes del sur del río Dulce en Santiago del Estero hasta el río Primero, en los departamentos Sobremonte, Río Seco, Tulumba, Totoral, Colón, Río Primero y parte de Ischilín, en Córdoba.

     Los comechingones se ubicaron en Traslasierra, Cruz del Eje, Calamuchita, parte de Ischilín (vestigios en Loza Corral: casa del pintor Fernando Fader -la Iglesia de 1706) y Punilla.

     Para conocer la historia del Norte Cordobés tan importante para el país, es necesario saber acerca del Camino Real.

     Partía de la ciudad de Córdoba, seguía por Jesús María, Los Talas (Sarmiento) y ahí se dividía en dos ramales:
  • el del Este (del Bajo) continuaba por Las Peñas, San José de la Dormida, Villa María del Río Seco, Ojo de Agua;
  • el del Noroeste (del Alto) pasaba por el Divisadero o por Macha, Posta Inti Huasi y hacia el oeste: Ischilín, Los Algarrobos (Deán Funes), La Rioja, Catamarca, y hacia el este; Villa Tulumba, Inti Huasi, Agua del Rodeo, Santa Cruz, San Pedro, Piedritas, San Francisco del Chañar, Pozo del Tigre, Navarro, límite con Santiago del Estero, Portezuelo (Cachi).
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Los aborígenes
La Compañía de Jesús enarboló un proyecto social, político y religioso cuyos enunciados eran la justicia y la igualdad entre los hombres, llevando como consigna "Para una mayor gloria de Dios". Las estancias jesuíticas en Córdoba fueron diseñadas para generar los recursos destinados al sostenimiento de la orden, su obra evangelizadora y sus instituciones educativas.

     Los  aborígenes cordobeses pertenecían a la periferia del imperio incaico y su cultura tenía un desarrollo con ciertas limitaciones; además, su población cayó abruptamente debido, entre otras cosas, a las enfermedades traídas por el europeo, contra los cuales no tenían defensas inmunológicas, y a los excesos provocados por los trabajos forzados de los encomenderos.

     Los sanavirones vivían en chozas tipo "rancho", al techo lo cubrían de ramas. Las paredes laterales de tierra apisonada, cubriendo la entrada con puertas de cañas o tientos. Sus  vestidos eran largas camisetas hechas de lana de vicuña o llama; en verano usaban una especie de delantal de cuero curtido atado a la cintura.

     Los comechingones habitaban en cuevas o recintos semisubterráneos, en los aleros de los peñascos o en cavernas naturales de las serranías. Su vestimenta era similar a la de los sanavirones; se adornaban con
plumas sobre sus cabezas; usaban brazaletes de metal como el cobre. Estaban organizados en "provincias", siendo la base de la organización el "ayllu", vocablo quechua que significa familia, tribu, casta. Existían provincias pequeñas delimitadas por pircas. Cultivaban el maíz, quinoas y zapallo que le servían de alimento, lo mismo que la algarroba, el chañar y el mistol.

     Los sanavirones y los comechingones tenían sus propios idiomas. Se difundió, especialmente, la lengua quechua.

     Adoraban el sol, la tierra y la luna; los dos primeros le producían lo necesario para el sustento; y la luna era propicia para librar de noche las batallas.

Pintura rupestre en el Cerro
Colorado, provincia de
Córdoba.
     Con respecto al arte pictórico, en el Cerro Colorado existe una de las expresiones artísticas más notables en lo que a pintura rupestre se refiere. Se cree que los sanavirones, de quienes proviene el nombre como "nombradores", fueron los habitantes del Cerro Colorado que dejaron el acervo cultural e histórico más importante de América del Sur, pintado en las piedras.

     Se destacan, entre las edificaciones, los establecimientos rurales de Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia, La Candelaria y Caroya, junto con la Iglesia de la Compañía, el Rectorado de la Universidad y el Colegio Monserrat.



Imagen perteneciente a argentinaviajera.com.ar


Mary Pieroni
E-mail: marypieroni@hotmail.com




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