martes, 6 de septiembre de 2011

Manita o manito?

Para compartir algo más ameno, ¿qué tal esta poesía?


Manitas 

Manitas de los niños,
manitas pedigüeñas,
de los valles del mundo
sois dueñas.

Manitas de los niños
que al granado se tienden,
por vosotros las frutas
se encienden.

Y los panales llenos
de su carga se ofenden.
¡Y los hombres que pasan
no entienden!

Manitas blancas, hechas
como de suave harina,
la espiga por tocaros
se inclina.

Manitas extendidas,
piñón, caracolitos,
bendito quien os colme,
¡bendito!

Benditos los que oyendo
que parecéis un grito,
os devuelvan al mundo:
¡benditos! 
 Gabriela Mistral 


Manitas…sí, manitas. Manos pequeñas: manitas.
"Te doy una manita…" "¡Qué manita que te di!"...
Y, sí, mano es femenina: "la" mano… y el diminutivo no cambia el género…
Cuando la das, que  sea correctamente: das una manita.

Gracias por la paciencia. Hasta la próxima

Mary Pieroni





domingo, 4 de septiembre de 2011

De qué estamos hablando?

Hablemos del dequeísmo o vicio “de que”, que es la viciosa costumbre de anteponer la preposición “de” al pronombre relativo “que” cuando no corresponde. Ejemplos:

"Pienso de que le va mal".
"Le dije de que viniera".
"Me parece de que se fue".

Lo correcto es decir:
  • Pienso que le va mal. 
  • Le dije que viniera. 
  • Me parece que se fue. 

Pero a veces se omite la preposición, cuando debería escribirse. Está mal decir:
"Me alegro que te haya ido bien".
"Me di cuenta que no tenías razón".
"Quedamos que pasaría a buscarte".

Porque lo correcto es:
  • Me alegro de que te haya ido bien. 
  • Me di cuenta de que tenías razón. 
  • Quedamos en que pasaría a buscarte. 

Hay  una manera muy simple de reconocer cuándo se debe colocar preposición y cuando debe omitírsela. Se trata de hacer una pregunta al verbo:
“Pienso… (¿qué pienso?): que le va mal”.
“Le dije… (¿qué le dije): que viniera”.
“Me parece… (¿qué me parece?): que se fue”.
No podemos preguntar: “de qué pienso?; ¿ de qué le dije?; “de qué me parece”.

     Por lo tanto, si no admite la preposición a la pregunta, tampoco lo admite en la respuesta. En cambio, en los otros ejemplos sí se admite la preposición a la pregunta:
“Me alegro…  (¿de qué me alegro?): de que te haya ido bien”.
“Me di cuenta… (¿de qué me di cuenta?): de que tenías razón".
“Quedamos…  (¿en qué quedamos?): en que pasaría a buscarte”.

     En estos casos no podríamos hacer las preguntas sin preposición, por lo tanto las expresiones lo exigen.



Mary Pieroni