domingo, 28 de agosto de 2011

Educación para todos

Vivimos en un mundo de contradicciones (creo que siempre fue así), donde es difícil saber cuál es la verdad. Me parece que, con algunos tropiezos, la vida es una sucesión de búsqueda de lo que es legítimo, aunque no siempre lo aceptemos, ya que en la mayoría de los casos, adoptamos según nuestra conveniencia.


     Y es así que una vez que elegimos, nos aferramos y si no resulta, consideramos la elección como un fracaso, en lugar de asumirlo como un desafío en esto de error-acierto, pero siempre exploración.


     ¿Por qué hay escuelas para discapacitados, (bellas en su tarea) y no para superdotados? ¿Es otra forma de discriminación o, simplemente, una materia pendiente o el miedo a parecer soberbios o temerosos de que los inteligentes formen una casta para fomentar envidia?


     ¿Qué significa “Educación para todos” más allá de que es necesario, imprescindible en un sociedad que pretende ser democrática? Me cuesta explicarlo. A ver si nos entendemos. Existen individuos más inteligentes que otros; algunos, excelentes. Son lo que se aburren en clase, unos molestan con sus preguntas, con sus actitudes, otros se aletargan. ¿Qué les brindamos? ¿Les damos el doble de actividades, los frenamos, amonestamos? Todo un tema… ¿O no?


     ¿Será que hay deserción en las escuelas y en cada lugar donde la persona se siente marginada, porque no hay igualdad de oportunidades? Tal vez, digo tal vez, algo solucionaríamos si conociéramos dónde y cómo viven alumnos y empleados y a partir del conocimiento comprendiéramos y motiváramos para dar la posibilidad de crecer.


     ¿Se instaló la mediocridad en todos los ámbitos? ¿Es que la insuficiencia, pequeñez, vulgaridad, insignificancia, mezquindad, imperfección (sinónimos que apunta el diccionario), se adueñó de todos los espacios y nos vamos acostumbrando a la no excelencia, a la no generosidad?


     Pregunto porque, tal vez, tenga temor de incurrir en falsedades si opino. O a lo mejor no estoy demasiado segura de que las mías sean verdades. Pero, es bueno preguntarse cosas que, a lo mejor, le sirven al otro.


     Hasta pronto.


     Mary Pieroni



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