miércoles, 2 de noviembre de 2011

El monstruo de tres cabezas

“En el interior de los Tiempos Modernos se estaba gestando un monstruo de tres cabezas: el racionalismo, el materialismo y el individualismo. Y esa criatura, que con orgullo hemos ayudado a engendrar, ha comenzado a devorarse a sí misma”, escribió Sábato.


     Repasemos los significados y/o sinónimos de cada uno.

Racionalismo: irreligión, fundado, razonado, legitimismo, procedente, derechismo, justo, equitativo, razonable, plausible, evidente, etc.

Materialismo: Doctrina según la cual la única realidad es la materia. Tendencia a dar importancia primordial a los intereses materiales.

Individualismo: Tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales. Tendencia filosófica que defiende la autonomía y supremacía de los derechos del individuo frente a los de la sociedad y el Estado.

     “Los valores ya no valen”, expresó Nietzsche. ¿Por qué no preguntarnos: vale lo inmediato y la mediocridad, entendida como vulgaridad, mezquindad, insuficiencia? ¿Reemplazamos calidad por cantidad? ¿Eso es bueno? ¿Poco y bueno o mucho y malo?

     La sociedad está en permanente cambio. Los medios, entre ellos la televisión, se han metido en nuestra casa, en nuestras vidas, ocupando el lugar que antes había, por ejemplo, para leer, conversar, rezar, jugar, valorar las pequeñas cosas. Pareciera que el mundo está contaminado, enfermo. Pareciera que al no encontrar afecto en el ser humano, lo busca en los medios. ¡Terrible! Pero hay solución y estamos a tiempo.

     Vivimos en una sociedad que desprecia los valores y apuesta al materialismo. Tener para ser. El servir al otro es tarea de algunos pocos. Y los ejemplos no abundan.

     Los gobiernos usan el poder en beneficio propio y de unos pocos. Las instituciones se contaminan y la corrupción se instala en todas partes porque los únicos valores que parecieran crecer son aquellos relacionados con lo material.

     Lealtad y traición son polos opuestos del comportamiento. La primera es la dedicación del ciudadano a la vida del Estado; cuando es activa y consciente, es el civismo; cuando está enferma, se da el fenómeno de la corrupción.

     La corrupción no respeta fronteras. Se mete, casi siempre por la ambición o la perversión, en los gobiernos y en todas las instituciones: partidos políticos, sindicatos, Iglesia, fuerzas armadas... Está en el corazón del hombre frenarla; en la fuerza de su espíritu; en su decisión personal, en su valentía, en su moral.

     Pero si no se tienen valores no se dispone de las herramientas necesarias para resistir a la corrupción y derrotarla.

     Honestidad, rectitud, respeto, solidaridad, armonía, nobleza, dignidad, honor, familia, docilidad, compasión, servicio, paciencia, sencillez, amistad, alegría, gratitud, generosidad, sacrificio, desprendimiento, optimismo, perdón y, fundamentalmente, AMOR, que es la síntesis de todo lo anterior, son sólo algunas de las virtudes que pareciera que la humanidad está despidiendo, desterrando.

     En la Sagrada Biblia leemos: "Y Dios contempló todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno". Pero el hombre, constituido por Dios en un estado de justicia, abusó de su libertad desde el mismo comienzo de su historia. Por eso, toda vida humana, individual o colectiva, se nos presenta como una lucha, dramática, entre el bien y el mal.

     Escuchemos a nuestra conciencia; abramos nuestro corazón al Espíritu Santo para que nos ilumine, nos dé fuerzas para adoptar la elección correcta.

     Y recordemos a San Pablo que nos exhorta: "Alégrense en la esperanza" y nos augura "Que el Dios de la esperanza los llene de alegría". "Sólo el AMOR permanece".


Mary Pieroni
E-mail: marypieroni@hotmail.com




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